Fuimos peces y después fuimos dinosaurios. Fuimos monos, hombres, Planetas. Sangre, sexo, cielo. Libros que no leímo...

viernes, 17 de febrero de 2012

Asesinar ovejas en Memphis



En Memphis siempre es verano, pero yo tengo frío, y el frío me droga y no puedo hacer más que conectarme a la Matrix y fundirme en el flujo cibernético. Alguien puso en el twitter que el amor es para los capitalistas. Si. Los demás  respiramos desnudos a un mismo compás  mientras amanece y descubrimos que somos otros.
Entonces preparo un descafeinado que no me mande a emergencias, converso con mi peluquera, escucho llover, voy de la cama al living.  "Todavía hay mucho que hacer", dicen por ahí. Si claro, hacer arroz, hacer cine, hacer un trío…. Embriagarse con güitig escuchando alguna novela mexicana, planear suicidios imposibles, pensar en París, echarse al abandono de la comida china y los platos sucios pensando en el siempre mejor pasado,  el fucking patrimonio, y ni hablar del paseo por los hospitales. Inducirse al sueño a ver si allá se encuentra alguito. Huir del chuchaqui feroz inventando mañanas de primavera en este pseudo-invierno andino,  luchar contra las ovejas que pastan en la cocina y son blancas como las nubes deste cielo apocalíptico.

Y más tarde: engañar al sueño con palabras, andar dando tumbos por Chollywood, clonazepam, guiones, amnesias repentinas, cartas al viento, cigarrillos que aún no fumo, tos, galanes siniestros,  Yuri, los Beatles, Calamaro, la noche que se traga de a poco todo lo que somos,  el abombe, la falla,  la triqui.  Y mientras espero darme cuenta de que no esperaba nada… y seguir esperando.


" Si ayer lavé todos los platos , entonces ¿quién chucha los ensució?"
 Diviso un amor de verano en pleno invierno, entre el humo y la caña manabita.  Alguien fuma polvo en el baño, él canta en chino y después "ceviche-time" con onda azul a las once de la mañana algún domingo luminoso. Él toma un trago, dice que debe aprovechar antes de desparasitarse,  que le da miedo, que uno corre el riesgo de deshacerse, que adentro no hay nada, que somos microbios que se reproducen, que no nos bancamos este valle de lágrimas para un buen día despedir el alma en un gas.  

Ahora enciende la pipa y habla de algún método para no pagar impuestos,  como hizo el francés que decidió dejarlo todo y hacerse una casa de tierra con excrementos de caballo (Ese podría estar siendo el patrimonio).Después coge la botella y  canta en japonés, en ruso, en irlandés.

Entonces amanece y me entrego al té de toronjil con valeriana para espantar a la blanca. Cae la noche y me inventó algún método para huir del grunge, de esa madrugada amarilla y negra, de las sábanas llenas de sueños ajenos, pero mi sombra te abraza y viajamos en tren a ningún lugar… caduno en su patín.

Ahora es mañana y mientras yo escribo que escribo él se duerme en mi cama. Y yo busco un cigarrillo entre los libros sabiendo que no lo encontraré, pero sigo haciéndolo porque no quiero perder, quiero ser iluminada, presa de un  deus ex machina que le haga a esta historia independiente un poco más argumental, y acabar de una vez con esta obstinada diatriba a la nada. Pero no hay escapatoria contra el tiempo criminal. Sólo palabras, palabras regadas en el teclado y el cenicero que saltan como peces en la tierra. Palabras que fungen de drogas y que si se juntan bien podrían construir el único lugar habitable en este mes de deshallazgo crónico.

¡Ángel Exterminador, ten piedad!. Dormir es perder la batalla, la batalla que de todos modos ya está perdida, entonces no queda más que degollar a las ovejas blancas con un cuchillo de mesa y cubrir con su sangre roja este hastío noventero. Ya fue. Mañana el sol saldrá y  tal vez quiera  inventar otro pequeño verano en mi jardín privado…

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