Fuimos peces y después fuimos dinosaurios. Fuimos monos, hombres, Planetas. Sangre, sexo, cielo. Libros que no leímo...

martes, 20 de marzo de 2012

“Touched for the very first time”


 ...es decir sangrando y con escalofríos que parecen de placer, pero que no dejan de ser intentos de violación…
-D.C.L




Uno: Le pedí que me visitara en sueños, y así lo hizo.

La última vez que hablamos hablamos de la primera vez.  Ya sabes, el mar, el vino, la piel.
Ahora estamos lejos, intentando desenterrar memorias para encontrar una página en blanco que pueda ser marcada con tinta roja... por primera vez
Yo me refugio en la matrix intentando desconectar, él escapa del carnaval Ibérico, nos separa el mar.  Nuestra única posibilidad de encuentro sería en un sueño, mejor si es uno de esos que él llama “indecente”.
Pero cuando cierro los ojos lo encuentro en una plaza. Está metido en una pileta, intacto,  sus ojos son tan tristes como los  de un elefante bebé...  el agua cae sobre su cara y él no hace nada por evitarla. Me meto yo también en la pileta, le digo que nos vayamos a Grecia. Pero no me escucha: sus ojos miran la otra orilla….

Dos: La desaparición de la bufanda blanca (como la nieve)

Quién diría, hace unos días quería asesinar ovejas y hoy  viajo en una moto. Hay estrellas en el cielo, estrellas azules y rojas que explotan y me dicen que todavía es posible descubrir mapas en los ojos de los gatos. 
Aunque pensar en Rebelde sin causa sería un insulto, imagino a James Dean, y todavía con un poco de ron  en las venas, le pido que acelere. Entonces  siento una fuerza que me jala hacia atrás. Cuando nos detenemos descubro que mi bufanda (que no es mía) ha sido tragada por la llanta. Intentamos zafarla pero es demasiado tarde, los dientes de esa rueda la han degollado sin piedad. Arranco un pedazo de felpa que parece un copo de nieve salido de un agujero negro. Me da un calambre en la espina dorsal.

Tres: Nieve en el mar

Aún quedan residuos de otro sueño: 
Mis pies tocan la nieve blanca bajo el agua azul del mar. Es el fin del mundo (ese que él quiere presenciar). Y la nieve ha cubierto la arena (la tormenta de arena).
Pienso en la nieve, en mi bufanda blanca en la garganta de esa llanta asesina. Y sé que algo se ha ido para siempre…

 Cuatro: 
"Si te disparan, sangras"
-Sumire

En ese mundo delicado y caliente nosotros estamos en blanco y negro, somos los otros,  las sombras, el negativo. Y qué más da si es  verdad o mentira, qué más da  si de todos modos sangras.
Entonces sólo una bala podrá atravesar el Océano, las montañas mágicas, los desiertos de sal; destruír pupilas hambrientas, violar silencios . ¡Y ya! seremos “Touched for the very first time”
Si eso sucede atravesaremos el espejo . Allá está ella , su refrigeradora no está vacía y sus medias son pares.  Y allá también está él, y la bufanda blanca, por supuesto. Pero para llegar allá tenemos que inventar una palabra, una nota musical, un color, algo que se transforme en  esa bala capaz de destrozar el tejido del tiempo, de herir el espacio como un pájaro de fuego, como la trompeta de Miles. Y así pasar, al fin,  al otro lado….

 Cinco: Propongo un pacto que selle

Una vez que te han disparado no hay nada que hacer. La puerta se cierra y no puedes volver. Por más que grites, no podrán escucharte. Ya has dado ese paso en falso,  eres invisible al resto, vibras en otra frecuencia.
No tengo miedo, mis pies se hunden en la nieve y  el mar, camino ciega y a paso firme,  directamente al vacío. Sé que cada paso que doy es un paso más hacia la perdición. No me importa, soy un kamikaze.

domingo, 4 de marzo de 2012

Notas para escribir un cuento que tal vez se llame "Un hombre muerto en Absurdistán, ese infeliz al que dieron suicidando...."





    
   -Usted está muerto
  -¿Ah?
  -Aquí está su acta de defunción, ¿alguna otra prueba?
  - ¡¿Muerto?!
  -Usted murió hace dos años. Señor, me hace el favor y se retira, que hay más gente esperando en la fila…


 Este  lunes me despertó una noticia hermosa. Un hombre no puede renovar su cédula porque  el Registro Civil lo declara muerto. Según los funcionarios el sujeto lleva dos años enterrado. Sin embargo  el hombre aún habla, y cuenta enojado que los burócratas obligaron a su esposa a poner "viuda" en su cédula. "¿Dónde quedó el sentido común?, señores del registro civil?", dice Bernardo Abad indignado, y después,  "Señores del registro civil: ¡Hablen serio!"

¡Absurdistán! Kafka hubiera flipado en Ecuador, pienso todavía dormida, y obviamente se me ocurre escribir un cuento inspirado en pasillos largos, archivos, burócratas con sombrero, juzgados interminables. Un sujeto a quien El Gran Otro da por muerto. El infeliz intentará probar que está vivo pero la sociedad se encargará de ningunearlo. Entonces,  con todos los juicios perdidos,  no le quedará más remedio que morir. 

"El hombre muerto en Absurdistán" podría ser el título . El relato sería una especie de diario y empezaría así “Dicen que estoy muerto”.

El hombre describe en primera persona el incidente del registro civil. Es un burócrata sin dientes quien le da detalles de su muerte.  Ha sido hace dos años y ha sido un suicidio. Su esposa lo ha encontrado en el piso de la cocina, con los ojos abiertos en medio de un mar rojo. 
El hombre resuelve en que es mejor zampar un puñete en la cara del enternado sin dientes, y los guardias lo sacan a patadas . 

¿Y después qué ?

Desesperado  visita a un psicoanalista. Aunque está seguro de encontrar apoyo en esa cita, el doctor también sostiene que  ha fallecido, "debes aceptar tu muerte" le dice parcamente. Angustiado acude a un Padre, pero  en la Iglesia también lo consideran cadáver.  Su mujer es la única que le cree, a pesar de que le han obligado a poner “viuda” en su cédula. 

¿Y el juzgado?, ¿Qué pasa con sus antagonistas, los burócratas?


Los señores del registro civil le convocan a un juicio para tratar su caso. Si gana, tendrá cédula y podrá votar, si  pierde, será enterrado. El tipo busca un excelente abogado y se prepara para el gran día, sin embargo cuando camina en la calle la gente no lo mira, cuando cuenta un chiste nadie se ríe y cuando intenta intervenir en una conversación todos le hacen callar. Es inútil,  el ser es cada vez más impotente. Su abogado ya no le cree. Tampoco su mujer le cree. 
  Es verdad que  hace mucho que no se enamora, que no ha gritado de placer, ni de dolor, que sus  últimos viernes más han parecido lunes, que tiene tos, migrañas y a veces le falla el corazón; que ya no le gusta salir, que su soledad es cada vez más celosa y se vuelve cada día más egoísta. Si bien es cierto todo eso, el señor todavía llora cuando ve el mar, todavía tiene hambre  y come y tiene sexo. Pero ellos dicen que está muerto. 

Si, claro ¿Y el final?

La sangre es la única prueba de su existencia, piensa mientras se corta la piel con una navaja. La sangre es tan roja y  espesa, tan densa, que el hombre se asusta y llama a una ambulancia. Pero se detiene  ¿para qué haría algo así? Si él ya ha muerto….
 Entonces prepara las medidas para su ataúd. Hace una lista de la gente a la que invitará a su funeral, consigue un lindo traje, se baña y se perfuma. 

 La historia ha llegado a su fin, ahora sólo falta escribirla...