"Cuando el uniforme generaba frenesí, cuando la bandera idolatraba, cuando la Fernandez se peinaba el peluquín, cuando no creíamos en nada... Ringo ya afinaba el tambor de Let it be, mientras todo esto se esfumaba.... La licorería dentro del placard para ahogar los tiempos que ya nunca vendrán..."
-Fito Páez
Esto es una carta y lo mejor será que la comience de una vez. Bueno, aquí estamos ¿Estoy aquí? Me siento ridícula escribiéndote una carta a estas alturas. Me levanté tempranísimo, me di una ducha, preparé té caliente, té medicinal, ya sabes, la gripe nunca falta en esta época del año. Me di mucho tiempo para cada tarea boba. Sí, estaba evadiendo este momento. No quería sentarme aquí y escribir una carta para ti. Cuando al fin voy a hacerlo, me siento como cuando tenía que escribirle una carta a un pariente lejano y no sabía qué decirle. Más que escribirte, quisiera recibir una carta tuya. Estoy segura de que lo que tienes para decirme es mucho más divertido que lo que tengo yo para ti.
¿Aún tienes la colección entera de Los Beatles en CD? ¿Todavía tienes insomnio y, mientras todos duermen, tú devoras el mundo leyendo? ¿Todavía estás enamorada de ese chico que se parece un montón a Keith Richards y tiene ocho años más que tú?, ¿ese que anda con una cámara de video y una vez te filmó como en Belleza Americana?, ¿el de la camiseta de Lennon? Si te diría que no es especial, bueno, lo es, pero no en el buen sentido, ¿me creerías? ¿Sales todavía con el chico de la bicicleta, ese que te regala cartas impresas, el de pelo largo, el que escucha el Bolero de Ravel en el walkman y prefiere tomar un café que una cerveza? Quédate con él. Sé que crees que hay otros mejores, pero he recorrido algunos años y creo que sería buena idea no romperle el corazón. ¿Todavía te reúnes con tus panas en el techo de la Sofía? ¿Sigues aprendiendo a fumar Marlboro blanco?, fuma otra marca, esa es turra. Sé que tus noches parecen largas, pero créeme, son menos pesadas que las mías. Tú y tu prima comen caramelos de colores y hablan en voz baja para no despertar a nadie, sigan así, la van a pasar bien. Tenían un juego que consistía en adivinarse el futuro mutuamente. Viajarían por Latinoamérica haciendo dedo, conocerían gente increíble, harían cosas que nadie ha hecho hasta ahora. Por esta misma época van a tomar por primera vez. Cuidado, el piso se va a mover como un barco en alta mar. Van a tomar con el Jero, la Sara y la Emilia. Se van a reír. Van a saltar. Van a bailar tango. Me gustaría saber más de esos paseos por los centros comerciales sórdidos, los detalles de las tardes de lluvia en las que aprendieron el arte del retaque. Y las primeras salidas en bus sin papás, que eran toda una expedición. Y tus panas, esos que todavía parecían niños al lado tuyo y de las otras chicas, que seguían jugando fútbol mientras ustedes aprendían a maquillarse. Cuando iban a una fiesta les daba vergüenza llegar con ellos porque parecían sus hermanos menores, ¿te acuerdas? No seas así, llévales nomás a las fiestas, los manes son bacanes, mucho más bacanes que esos mayores de los que quieres hacerte amiga. Te juro.
Más que una carta, me gustaría tener un DeLorean y viajar a esa casa, a esa habitación llena de dibujos, sé que dibujas mucho. Entraría despacito, a hurtadillas, para que no te des cuenta de que estoy allí. Entonces te espiaría mientras lees sin parar y piensas en el futuro, o sea, piensas en mi. Pensar en el futuro te hace feliz, pensar que el tiempo es largo. Como decía Virginia Woolf, esa, hermana, es la felicidad misma. Te diría que todas esas cosas que te parecen absurdas son, precisamente, las que valen la pena. Quizá las únicas que valen la pena. Te diría que no tengas miedo. Sé que esto podría sonarte desencantador, pero resulta que todo es más simple de lo que parece. Cuídate, eso sí, de las paradojas del tiempo. Si te dijera todo lo que ahora puedo decirte no saldrías con ese chico ni dejarías de dibujar ni te cortarías el pelo. Y sí, quizá serías (más) feliz. Pero yo no estaría escribiendo esta carta.
(Diners)
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