Hanna tiene 25 años y es una neoyorkina de clase media. En
su cumpleaños 25 sus padres deciden no apoyarla económicamente para que ella
empiece a autosustentarse. Entonces empieza su búsqueda. Hanna deberá encontrar la
forma de cumplir sus sueños y a la vez ganar dinero. Por un lado ser
escritora, publicar su libro (cualidad compartida con Dunham, quien también estuvo buena parte de
su vida luchando para publicar su primer libro hasta que finalmente lo logró)
encontrar una estabilidad económica. También está la idea contemporánea de encontrar el amor- o
la complitud emocional- en una época sexualmente liberal. Hanna es feminista. Hanna es
una mujer que se atreve a hacer lo que desea y eso resulta chocante para quienes la
rodean, para la sociedad. Dentro de un lenguaje quiteño, Hanna resulta “atrevida”. Y
el significado de ese término, al menos dentro de nuestra idiosincrasia, tiene una
acepción peyorativa que ubica a la mujer en ciertos estándares de los que "no debería
salirse". La pregunta es ¿Atrevida a qué?. Y quizá la respuesta sea: atrevida a
actuar como un hombre. Hanna hace lo que quiere: si tiene hambre, come, si quiere sexo,
lo tiene, si le gusta un chico, va por él, si ya no le gusta, lo deja.
El primer aspecto que llama la atención de Hanna (y de Lena,
aquí es difícil ver el mecanismo de distanciamiento) es su cuerpo. Lena Dunham es
gorda y no tiene problema- es más lo hace con placer- en exponer su
cuerpo. No decidió bajar de peso-como muchas estrellas de cine y de la pantalla chica-
para protagonizar a Hanna. Las mujeres gordas que han aparecido en pantalla no suelen tener personajes protagónicos o si los tienen
están sujetos siempre al rol de “perdedoras”. Suelen ser historias de chicas con problemas a
las que no les va bien con los chicos (estas historias casi siempre suelen estar
asociadas a problemas de pareja hetero) y que a medida que la trama avanza logran
“superarse”, bajar de peso o lograr una imagen aceptada por la sociedad, y conquistar al chico,
o en su defecto, encontrar otro “igual a ellas”. Es decir, si no cambian ellas, no
pueden conquistar al chico que querían sino que deben conformarse con el que les toca, alguien que, al igual que ellas es
subestimado por la sociedad. Por lo general, en la ficción, las mujeres son conquistadas y el
conflicto consiste en aceptar o no al pretendiente o en la espera del hombre indicado
mientras a sus vidas van llegando, uno a uno, varios tipos de hombres que no
les convencen, hasta que llega el indicado. Llega. No lo buscan. No luchan por él. Cosa que sí
sucede en las comedias románticas con hombres protagonistas. Ellos, como por
ejemplo las comedias románticas de Ben Stiller en las que pasa por varias
pruebas difíciles hasta conquistar a su chica. Parecería que una mujer o un personaje
femenino no fuera digno de ejercer su deseo. Los personajes femeninos han estado
siempre obligados a tener roles pasivos, a ser conquistados. Y, menos aún, una
mujer que no cumple con los estándares de belleza y de comportamiento impuestos
con la sociedad. Una mujer que no cumple con eso parecería aún menos digna de
“atreverse” a satisfacer sus deseos. Hanna lo hace. Hanna es gorda y no quiere
bajar de peso. Para ella su gordura no representa un problema. Hanna come y
disfruta comiendo. La revolución feminista de Lena Dunham empieza en su cuerpo.
Y su cuerpo es el cuerpo de Hanna. Hanna es gorda y usa ropa sexy. Se pone
puperas, bikini, sale desnuda, y hasta le muestra su vagina a otro personaje.
En una sociedad en la que estamos acostumbrados a ver mujeres flacas como
bellas, y a mujeres gordas escondiendo su cuerpo y haciendo todo tipo de dietas
para alcanzar el modelo estándar, ver a una gorda mostrando el ombligo es algo
innovador. Esa sola acción dice mucho. Dice que ella está conforme con su
cuerpo, que no piensa hacer una dieta para “merecer” usar la pupera. No. La usará
así como está porque así como está es sexy. Hanna se atreve a decir que una
mujer gorda es sexy. Hanna va por el chico que quiere. Es ella quien busca a
Adam (Adam Driver) en la primera temporada, y a pesar de que a él parece no
importarle demasiado, ella lo insiste. Hanna se atreve a buscarlo. Se atreve a
ir a su casa. A tener sexo con él. Y después se atreve a proponerle un
noviazgo.
Llega un momento en la serie en el que Hanna deja a Adam. Ya
no está enamorada de él, quiere probar otras relaciones, vivir otras cosas. Hanna
no actúa como quien agradece por ser correspondida en el amor. Como quien cuida
la relación con un hombre como si fuera lo más preciado. No. Cuando ya se cansa
(porque sí, Hanna se atreve a cansarse) Hanna lo deja. Hanna “se atreve” a
dejarlo. Ella hace lo que quiere. El personaje ha sido tachado de egoísta, dentro de la
ficción sus amigas varias veces le llaman así. Pero podría decirse que su
egoísmo es una forma de resistencia ante el sistema patriarcal capitalista. Un sistema que no ha
permitido que las mujeres piensen en si mismas ni un segundo. Pero Hanna lo hace. Piensa por
si misma. Decide. Hace y deshace. Ella es la revolución misma.
(Babieca)
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