O DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE PLANCHAR...
Las tardes con Claudia
Claudia tenía el cabello negro azabache, lacio y tan largo que le llegaba hasta la cintura. Era alta y flaca. Cuando acababa de planchar, entraba a un baño que ya nadie utilizaba, y al cabo de quince minutos, salía transformada: jeans apretados, blusa celeste (de lentejuelas), párpados con varias capas de color formando un arcoíris, labios rojo carmín.
Aunque Claudia me gustaba también con el delantal y el moño, cuando salía del baño se veía espectacular. La admiraba muchísimo. Se parecía un montón a Bibi Gaitán. Era la mujer más guapa del mundo. Yo tenía siete años y soñaba con algún día sacarme las alpargatas que mi madre me obligaba a usar y ponerme tacos aguja, la camisa escotada de lentejuelas celestes, pero sobre todo, tener su pelo negro y sus ojos negros.
Obviamente, nunca lo logré. Por esa época yo tenía un casete de Cristian Castro. Lo escuchábamos juntas mientras le ayudaba a planchar. Los mejores capítulos de mi infancia transcurrieron en esas tardes sórdidas donde presentía un mundo fascinante detrás de la bisutería, los esmaltes de colores, las lentejuelas, las baladas románticas en la radio, y claro, las telenovelas en las que resonaban nombres como Eduardo Capetillo, Lucía Méndez, Eric Estrada. Qué bien sonaban esos nombres.
Ellos eran las verdaderas estrellas.
Algo sobre el melodrama…
Recordemos la obra ‘Melancolía’ de Durero: expresa la imposibilidad de ir hacia atrás. De reconstruir. De recuperar el instante. La impotencia del ser humano ante el tiempo que se fuga. Con esa imagen en mente, pensemos en el origen de la telenovela, el melodrama. Como género narrativo, da cuenta del drama y las pasiones puramente humanas. Melodrama viene de la palabra ‘melancolía’, que procede de los términos griegos melas, negro, y kholé, humor.
El melodrama puede asociarse al expresionismo pues sus escenarios representan los estados internos de los personajes: cuando están tristes, llueve; cuando hay mucha pasión, provocan incendios, etc. Esta representación de la naturaleza es, a la vez, una metáfora de uno de los conflictos principales que el género del melodrama escenifica: la lucha entre el ser humano y la naturaleza. Esta, representada en incendios, diluvios, terremotos, actúa en contra del intento de civilización del individuo. La naturaleza es la representación del destino. La fatalidad. Aquello que no podemos controlar.
En principio las telenovelas fueron hechas para amas de casa. Más que mirar la novela, la escuchaban. La escuchaban porque no tenían tiempo de verla: debían planchar. Por eso las telenovelas están diseñadas para ser escuchadas y toda su fuerza narrativa radica en el diálogo. He aquí la razón de sus líneas explícitas. En esa misma línea, el melodrama toma recursos de los géneros del cine de clase B, es decir, los sustos del cine de terror, los efectos de zoom y planos detalle de bocas gritando acompañados de sonidos de suspenso, la excitación sexual exagerada que proviene de las películas pornográficas.
Así, el melodrama se nutre de estos subgéneros, creando un lenguaje explícito, popular. He aquí el porqué de que las telenovelas tengan las escenas más gore que se han visto. Es este género —que supuestamente está hecho para ‘amas de casa insulsas e inofensivas’— el que ofrece más violencia. Todo lo que prohíben en las noticias, en la mesa, en la oficina, en la telenovela está permitido. Lo que el cine censura, la telenovela lo permite: empujar discapacitados, discriminar a gente de otra raza, golpear a una ciega, incendiar a toda la familia, besarse entre hermanos, desear al hombre de la prójima. Todo eso está permitido en el mundo de la telenovela.
Digamos que este género es una apología a lo políticamente incorrecto. Sin embargo, la mirada está siempre del lado del oprimido: la lisiada, el negro, el ciego. Sus personajes son siempre ‘marginales’, como diría la famosa Soraya Montenegro del Olmo. Esto se debe a que el melodrama hace un vínculo paradójico entre heroísmo e invalides. Los personajes suelen estar marcados por algún defecto físico, psicológico o sexual. Los distinguen sus minusvalías: ceguera, cojera, tartamudez, quemadura, etc. La heroína melodramática es, por principio, ‘diferente’, ‘marginal’. Esta mácula la distingue del resto de mortales. Ella es la encarnación de la diferencia.
En el caso de ‘la buena’, la mácula suele ser también de índole social. El conflicto del melodrama es el duro paso de la marginalidad a la sociedad. Durante la trama, los personajes marginados harán lo posible por ‘normalizarse’. Entrar en el statu quo. Casarse con el dueño de casa es solo una forma de subir de rango social y, al fin, ser aceptada.
Pero la mácula no siempre busca provocar compasión, de hecho, muchas villanas la llevan. Recordemos el parche en el ojo de la perversa madrastra de Cuna de Lobos.
El pecado de sentir…
El melodrama supone una ruptura en el mecanismo de representación de la ficción clásica. En un momento dado, los personajes dejan de accionar y se abre un paréntesis en el que ya no representan, sino que sienten, directamente, sin acción dramática de por medio. Sentir puramente: llorar con la mano en el corazón. Declamar. Sollozar. Esta es una de las razones por las que el melodrama (más aún las telenovelas, que son el peor escalafón de este género) es considerado un género ‘barato’. Sus recursos audiovisuales son facilistas, efectistas, y buscan conmover al espectador. A como pinte. El placer de sufrir era el nombre de una telenovela latinoamericana antigua.
“El género melodramático está atravesado por el placer de dejarse conmover hasta las lágrimas”, dice Pablo Pérez Rubio. Cuando el espectador del melodrama se identifica con los personajes que sufren, sabe que no está solo: hay más gente que padece los mismos problemas. Somos iguales. La lágrima no existe únicamente como vía de dolor, sino de placer, es decir: “No habría lágrimas si no existiera la creencia de que puede haber Otro capaz de responder a ellas”. Más que reflexionar, reír o entretener, el objetivo de este género es provocar lágrimas. Lágrimas que causan placer.
Pero en estos tiempos modernos es de mal gusto sentir. El corazón ya pasó de moda.
Sentir es latino. El cine europeo, mientras más minimalista y frío, más intelectual y profundo. Es súper cholo sentir. Un hombre sensato (hombre además, porque sentir es cosa de ‘nenas’) no siente, no llora, no pierde el tiempo en sentimientos. Pero el melodrama si adquiere su sentido ahí: en el sentimiento. Su estética está relacionada con lo Kitsch. Estética de lo popular. Lo cursi. Lo barato. Ver una buena telenovela (que es la más mala) es casi como escuchar una cortavenas. Una acción masoquista. Una autoinducción deliberada a los sentimientos más pasionales.
Escenas memorables de la pantalla chica:
1. El extraño retorno de Diana Salazar cuenta dos historias paralelas: una ocurre en 1627; la otra, en 1988. Una mujer, acusada de bruja y quemada por la Santa Inquisición, reencarna en una joven que busca encontrar la razón de sus constantes pesadillas en las que muere quemada. La escena final de la telenovela es una perfecta muestra de gore, en la televisión, incluso para el cine.
Diana Salazar (Lucía Méndez) se enfrenta con un personaje femenino al que llamaremos ‘Pobre Mujer’ (de hecho, es la villana llamada Lucrecia). Las dos luchan por un mismo hombre, a quien "Pobre Mujer" dispara sin piedad, haciendo que su su cuerpo parezca un cernidero por el cual atraviesan sin piedad las balas. Méndez, harta de ser la mosquita muerta, usa sus poderes y cobra venganza. Revivirá a su hombre comprobando que su amor trapasa los límites de la vida y la muerte. Y para ello, hará lo que sea necesario... Sus ojos se tornan rojos. De ellos sale una fuerza sobrenatural que empuja a Pobre Mujer, haciéndola levitar. No aparta la mirada. Hipnotizada. Endiablada. Ida. De su boca brota un espeso chorro de sangre. Pobre Mujer se eleva. Flota por los aires. Se dirige inevitablemente hacia una pared en la que despunta un cuchillo. Su cuerpo se incrusta en el arma. Un plano cerrado muestra cómo el chuchillo traspasa el cuerpo de Pobre Mujer, quien queda colgada en la pared. Atravesada.
Aprende, Darío Argento.
2. Desayuno de tarántulas en María la del Barrio.
Alicia, la ‘maldita lisiada’, yace en su silla de ruedas. Entra Soraya Montenegro del Olmo y le ofrece el desayuno. Alicia se niega. Sabe que su captora no le dará de comer frutas ni yogur. Soraya pone unabandeja en la mesa, con una sonrisa enorme: “¡Desayúnate!”, le dice a la niña.
Tras dudar y sollozar, Alicia destapa lentamente la bandeja. En lugar de huevos a la copa, hay en el plato dos grandes y peludas tarántulas. Alicia no retrocede ni tapa a las arañas. ¡Noo, nooo!, dice Alicia mientras solloza. Soraya ríe a carcajadas, mientras piensa que comer tarántulas podría sentarle muy bien a esa ‘escuincla babosa’.
La Hacendada, desde su caballo, humilla a la pobre María... Mírelo usted mismo:
Frases que atrapé
mientras escribía con la tele prendida…
1.
¡Pero
si estoy gorda, Plutarco!
2. ¡Por ti sería capaz hasta de hacerme matar!
3. ¿Saben por qué no va progresar esta empresa? ¡Porque me enamoré de una prostituta!
4. Intenté detenerla, pero la potrilla es arisca…
5. ¡Ustedes no me quieren! Para todos siempre está primero María Fernanda la ciega, María Guadalupe la muerta, ¿y yo? Yo que estoy viva no les importo para nada. ¡Nadie me hace caso!
6. Lo único que te pido es que no le digas a mi papá que me encontraste el condón!
7. Él nunca me va a perdonar que yo me haya enamorado del hijo de una india!
2. ¡Por ti sería capaz hasta de hacerme matar!
3. ¿Saben por qué no va progresar esta empresa? ¡Porque me enamoré de una prostituta!
4. Intenté detenerla, pero la potrilla es arisca…
5. ¡Ustedes no me quieren! Para todos siempre está primero María Fernanda la ciega, María Guadalupe la muerta, ¿y yo? Yo que estoy viva no les importo para nada. ¡Nadie me hace caso!
6. Lo único que te pido es que no le digas a mi papá que me encontraste el condón!
7. Él nunca me va a perdonar que yo me haya enamorado del hijo de una india!
8.
“Lo quiero a él. Quiero dominarlo. Hacerlo mío. Aunque luego me aburra, y me estorbe, y llegue a odiarlo.”
9. “Mi hermano cometió el
error de casarse con esa salvaje”
10. "Lo amaré hasta el final. Aunque en el camino se interpongan la casquivana de su mujer y la cretina de su madre."
(Cartón Piedra)
10. "Lo amaré hasta el final. Aunque en el camino se interpongan la casquivana de su mujer y la cretina de su madre."
(Cartón Piedra)