Sobre La Extracción de la piedra de la Locura
El síndrome de Stendhal (también denominado Síndrome de Florencia) es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando éstas son particularmente bellas o están expuestas en grandes cantidades en un mismo lugar.
Fui víctima del síndrome de Stendhal cuando me enfrenté por primera vez a La extracción de la piedra de la locura, pintura del holandés El Bosco realizada entre el 1475 y 1480. El cuadro es una ventana a un mundo mágico. Cuatro individuos hacen una operación quirúrgica en el campo. Todo parece indicar que se trata de una Ceremonia. El primero lleva un embudo en la cabeza, y con una pequeña cuchilla, abre el cráneo de un hombre, pero en lugar de extraer una piedra, saca un flor. A su lado, un Obispo calvo levanta su mano mientras mira la escena como dando su aprobación, o incluso su bendición. Por último, un tercer personaje (que parece hermafrodita) mira aburrido la intervención mientras sostiene un libro grueso en su cabeza.
El sujeto que es sometido a la cirugía, mira directamente al espectador. Su mirada es un grito congelado, que invita desde el pasado, a descubrir algo.
¿Qué hacen estos personajes en el campo?, ¿qué tipo de ritual es?, ¿qué ocultan?, ¿por qué el operado mira al espectador?, ¿qué le quiere decir?. El Bosco tenía el secreto, y por medio de esta obra, nos dejó algunas pistas. Imaginé que se trataba de una especie de lobotomía alquímica que consistía en extraer la piedra de la locura con herramientas quirúrgicas. El Cirujano encontraba el punto sensible en el que el mal se había acumulado y se había endurecido como un tumor, entonces abría la piel y extraía la angustia, el miedo, el deseo. Una vez afuera, el tumor ya no era un mal, sino la materialización del misterio, un objeto palpable que contenía al Universo dentro de sí. Este ritual era prohibido, por eso debía realizarse en las afueras de la ciudad. El embudo que tiene El Maestro en la cabeza es una antena que sirve para conectarse con otro Tiempo, con otras Galaxias. Los hombres de la Edad Media descubrieron la forma de llegar al gran misterio, y por medio de esta ceremonia extraían la piedra filosofal, que no se encontraba afuera, como creían todos, sino adentro, era la materia que los seres humanos llevamos dentro y que contiene el secreto de todas las cosas.
Decidí investigar el origen pero no encontré lo que quería ver. Según los estudios, El Maestro no es sino un farsante, y la locura no es un misterio sino pura estupidez. Los doctores de la época conocían remedios para la tos, para el dolor, pero no para la demencia. La locura era algo absurdo comparado a la simpleza. Entonces a los impostores se les ocurrió hacer negocio con el padecimiento de la gente. Iban a los hospitales cazando locos, les ofrecían extirpar su mal con herramientas quirúrgicas. Según ellos, la locura era una especie de cálculo duro que estaba ubicada en la parte superior de la sien. El impostor acostaba a la víctima en una camilla, sacaba sus herramientas, y procedía a abrir la piel hasta lastimarla. Cuando salían las primeras gotas de sangre, disimuladamente sacaba una piedra del bolsillo y se la entregaba al paciente, fingiendo que se trataba de la materialización de su enfermedad.
“Maestro, extráigame la piedra, mi nombre es Lubber Das”, es el título que pone con letra cursiva al final del cuadro y que tiene la apariencia de enigma. Sin embargo, según las lecturas, estas palabras no esconden mayor misterio, pues Lubber Das era un personaje satírico de la literatura holandesa que representaba la estupidez. Así, El Bosco haría una crítica a la inocencia de las personas que creían en la farsa, y no una alusión al misterio de la locura.
La Locura (ese monstruo) resultó ser un inocente e indefenso tulipán. No una piedra (algo oscuro, pesado, indefinido) sino una liviana flor que se burla de la profundidad de la palabra Locura reduciéndola a la palabra Estupidez. Así, el cuadro es una broma a La Locura misma. Sin embargo, esta farsa, podría ser la puerta a lo desconocido.
¿Será que la necedad es el eje de la locura?. La Necedad como origen del Delirio, la ceguera atrevida de los mortales que le dan la espalda al Universo y a sus supuestas leyes para creer en algo que saben incierto, en un capricho. El Loco como una especie de burro en aguacero que se niega a avanzar con lo que fluye, que va como el salmón, sordo, a ninguna parte. Este Loco no está conectado con algo más allá, sino desconectado, no es incomprendido sino caprichoso. Esta locura no abre puertas, las cierra. Paradójicamente, es esta necedad la que permite construir un mundo invisible. Esta rebelión contra la Naturaleza es Destrudo, la fuerza destructiva y seductora que llevamos dentro, El Demonio de la perversidad de Poe, el deseo diabólico de caer, de ir contracorriente. Así, caer sería la única posibilidad de Delirio, para ver más allá habría que empezar por cerrar los ojos.
Entonces cierro los ojos. Me dejo absorber por el síndrome de Stendhal y caigo en los trazos mágicos de El Bosco. Me someto a la operación alquimista.
Cuando despierto estoy curada, abro la mano y acepto la flor que me entrega el farsante. Aunque siento los pétalos del tulipán rozar mis dedos, veo una piedra preciosa, un diamante.
No un síndrome sino un gozo.... un éxtasis!
ResponderEliminarLo es, lo es, éxtasis total. Un iaje de los sentidos hasta el otro lado.... al estado puro del arte donde solo hay explosión y placer.
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