Fuimos peces y después fuimos dinosaurios. Fuimos monos, hombres, Planetas. Sangre, sexo, cielo. Libros que no leímo...

lunes, 31 de octubre de 2011

Mi media noche en París...




...La película de Woody Allen fue una nave en la que regresé a París. París fue un barco en el que volví a mi adolescencia; mi adolescencia un tren en el que viajé otra vez a París. Este texto es una carrosa que hace un tour por Quito, París, Woody Allen, los libros, etc... todo esto para divagar un poco sobre la  ilusión... 






Woody Allen le dedica su última película a la nostalgia. Media noche en París cuenta la historia de Gil, un escritor estadounidense que al buscar inspiración en París se encuentra con una ciudad fría que ya no es el lugar que alguna vez acogió a los artistas; sin embargo, una noche al dar las doce, una carrosa lo lleva al pasado, donde se reune con las celebridades que admira, ahí encuentra a Adriana, amante de Picasso y Hemingway. Gil tiene una aventura con ella y una noche logran llegar, en la carrosa que atraviesa el tiempo, a la Belle Époque, época añorada por Adriana . Gil  quiere ir a los años 20, Adriana quiere estar el La Belle Époque, Lautrec en el Renacimiento. Nadie quiere lo que tiene. Así nos encontramos otra vez con la problemática que atraviesa casi todas las películas de Allen: la frustración que provoca el deseo, la manzana es deseada mientras sea prohibida, inalcanzable; sin embargo en las películas de Allen deja de ser sufrimiento cuando nos demuestra que en lo imposible radica la belleza. Woody filma a los fantasmas; hace palpable lo invisible utilizando recursos simples y encantadores: magos, brujas o simplemente el descarado deus ex machina, son sus herramientas de predilección . Al igual que Tom Baxter en La rosa púrpura del Cairo, Gil viaja desde el mundo de las ideas hasta esta era posmoderna. En este caso son las doce campanadas las que llevan al escritor, como a la Cenicienta, a su propio París.

¡Gracias Woody! Otra vez pude encontrar eso que alguna vez fue parte de mi y que hoy es parte del olvido. Esta película me remitió a mi propia experiencia con París y lo que ese lugar (o esa palabra) significó alguna vez para mí.
En mi caso las doce campanadas también fueron los libros. Yo, al igual que Gil, quería encontrar en París a los personajes que descubrí en las páginas de los libros, tenía el mismo sueño que Gil, el mismo trillado sueño: pasar por las mismas calles que pasó Henry Miller, mendigar en los mismos lugares, emborracharme en los mismos bares, escuchar Charly Parker en una bohardilla en Montmartre, encontrar el Spleen de París al escribir en una máquina  oxidada, desgastar los zapatos en El Barrio Latino y llegar al Pont des Arts, donde una tarde lejana La Maga y Oliveira dieron muerte a un paraguas flaco. Ese lugar era mágico, todo podía pasar, ahí se había reunido Bretón con sus surrealistas, ahí  Buñuel y Dalí encontraron un perro andaluz y Jhony Carter perdía el saxo en el metro mientras desafiaba al tiempo.
Todos ellos, como diría Cortázar “andaban sin buscarse pero sabiendo que andaban para encontrarse”, y como yo también quise buscar lo mismo que ellos, o buscarlos a ellos, fui a París.
Pero como le pasó a Gil cuando deja a Hemingway en el bar y regresa a buscarlo,  me topé con un almacén de lavadoras en lugar de encontrar  el fantasma de Anaïs Nin. Lo que antes había sido un lugar único, hoy era un lugar común...
Hallé una ciudad ajena, llena de gringos, en el Pont des Arts no estaba Oliveira sino una plaga de vendedores ambulantes, París era otro, ni la sombra de lo que fue en mi imaginación, sin embargo una noche en el mismo Pont des Arts nos encontramos a un viejo ebrio que cantaba Bob Dylan, la luna llena brillaba en el Sena y poco a poco nos calentamos con un vodka, más tarde llegaron otros chicos que resultaron ser bomberos.  Les pompiers nos dieron más vodka y robaron un mueble viejo que llevamos a su casa. Mientras amanecía fumamos hash y cigarrillos de enrolar, tomamos más y más vodka… y pastisse. Enotnces, entre el humo y el alcohol  al fin encontré visos de esa realidad que había ido a buscar (obviamente el hash ayudó).

Como dice la película de Allen “todo tiempo pasado es mejor” , la perfección es inalcanzable y anhelarla es lo que resulta hermoso; la vida ofrece lugares ajenos que en el futuro serán objeto del deseo, momentos que no serán jamás los que esperábamos pero que son un hallazgo. De alguna manera el encuentro con el almacén de lavadoras, con el París de turistas, es un hallazgo genial que invita a la nostalgia, sin embargo, la memoria se confunde con el imaginario,  muchas veces lo que recordamos no es verdadero, y sin embargo es más real que nunca; es lo que pasa con los abuelos cuando alteran las anécdotas contando algo que jamás sucedió, los nietos los escuchan, y aunque saben que no es real, no los desmienten, pues escuchar su relato resulta más divertido que saber la verdad, es como si de alguna manera la belleza construyera la verdad; así, los abuelos inventan historias que con el tiempo resultan ciertas, pues aunque al principio todos saben que no sucedió, al final todos creen en ellas y pasan a ser parte de la leyenda familiar. De la misma manera mis imaginaciones se confundieron con mis recuerdos… y los superaron, pues cada vez que pienso en París no recuerdo La Torre Eiffel, ni siquiera el amanecer en el Sena con la canción de Dylan, cada vez que pienso en París recuedo (y esa es la palabra adecuada) a La Maga jugando con un gato entre la basura, a Miller haciendo esperar  un taxi, a todo eso que imaginé mientras leía encerrada en un piso de la diez de agosto.
Mientras pasaba las páginas tenía la certeza de que algo grande estaba por suceder,  pensar en eso me daba vértigo, la vida recién empezaba. La mayor nostalgia es la de extrañar el pasado en el que añoraba un futuro que no llegó, recuerdo que imaginaba lo que sucedería y mientras aprendía a fumar y leía, sólo quería que llegara el futuro. Hoy, que estoy en el futuro, deseo el pasado; me conformaría con el humo del cigarrillo y el olor de las páginas de los libros, aunque sé que el encanto de ese pasado está precisamente en el anhelo del futuro, ¡plop!, una cadena viciosa … En fin, creo que eso mismo es la vida, una ilusión de lo que ya no está o lo que vendrá, el deseo de ser como imaginamos y echar de menos lo que fuimos mientras nos consumimos en un presente impersonal, ajeno.


Lo triste no es que las cosas no salgan como una las imagina, lo verdaderamente triste es dejar de desear, perder la inocencia, botar la toalla, hacerse adulto, creer infructuosa la inutilidad.
Media noche en París sería una metáfora para hablar de la añoranza, de la ilusión: lo que importa no es la frustración de no acceder a lo imposible, sino abandonar el deseo de lo imposible. La felicidad es el instante del deseo, ese segundo en que imaginamos la perfección....
La ilusión, que es el motor necesario para vivir y para crear, ha sido demolida en la era del hastío. Hoy ya todo fue creado y abolido, ser romántico resultaría demodé y buscar la flor azul sería un pecado imperdonable...
Deambulamos apáticos por el cementerio del arte, pretendemos ser rebeldes cuando disparamos en de la tumba de Dios. Ya no hay a quién matar, a quién escupir, la belleza ya fue injuriada. ¿Qué nos queda? ¿Hacer una apología a los escombros volviendo una y otra vez al mismo motivo? ¿matar zombies? ¿asesinar a los muertos? ¿alabarlos? ¿rendirles pleitesía otra vez?
Shakespeare dijo que "la vida es un cuento lleno de ruido y furia, que no significa nada”, entonces, ¿qué podría darle sentido a este cementerio, a esta basura posmoderna, a este Desierto de lo real? No un manifiesto ni un concepto, sólo un rayo de luz  , luz pura y sin nombre. Sólo lo inexplicablemente bello podrá devolver la ilusión que hará posible desear lo imposible, que nos devolverá la fe en el caos...  

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Ningún testigo

Tengo un muerto atravesado en la garganta
Traspaso paredes hastiadas de tiempo 
Me intoxico con miedos robados mientras
Ángeles aburridos lanzan su grito  a los hombres
Soy mi propio espectro y miro indiferente mi         cuerpo vivo

                                                          Atravieso la noche en silencio
                                                  Como un fantasma que ya no asusta…


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Un Sueño y Li Po...

Miércoles catorce de septiembre, cuatroyveintisiete:

Sueño en una oficina interminable. Quiero llegar a la cocina por pasillos amarillentos y calurosos, subo por una escalera y llego a una especie de palomar.
 No sé si huyo o si tengo prisa, sin embargo no vengo de ningún lugar y no sé a dónde voy.

Despierto, el sol se ha metido por la ventana calentándolo todo, parece que tengo fiebre, un aire zen se me pega a la piel.
Me levanto y camino por la casa, una sombra me dice que mi despertar no es real, cuando me miro al espejo tengo la sensación de estarlo viendo todo desde el otro lado, desde lado invisible.  Pienso en un poema de Li Po  y me alegro muchísimo.


La naturaleza de estos sueños pesados y amarillos que me acechan los últimos 7 días me hace pensar que la polución de esta ciudad está llegando a su fin.  Tal vez sea tiempo de hacer un viaje a la China, tomar té chino, navegar en un lago Chino.


Nota importante de hoy: Li Po moriría tratando de abrazar el reflejo de la luna, ahogado en alcohol en el río Yangtze….

lunes, 12 de septiembre de 2011

Imposibles




Viajo a ningún lugar con alguien que aún no existe. 
Tomamos el camino incorrecto
 Llegamos tarde a ninguna parte
 Nos abrazamos en la sombra del sueño  que nunca despertará porque jamás durmió. 

Too late. 

Extraño la mañana que imaginamos una tarde de invierno 
Que esperaba el verano mientras se comía el otoño
Ya no regresaremos del país invisible
 Jamás veremos la nieve.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Angustia en la boca del estómago

Perdida en el túnel de la infancia me ahorco con el hilo de Ariadna.
El tiempo se acumula en el hígado, la noche me tiembla en las manos.
Suelto palabras histéricas y me corto los labios con una brújula rota.
-¿Qué me queda?
-Construir una escafandra para habitar el domingo…

domingo, 24 de julio de 2011

Días Álgidos

Día uno:
Dolores light
(taquicardia en la peluquería)

Dejar de ser rubia no es fácil (aunque seas teñida) pero decido hacerlo porque la operación toma alrededor de 4 horas, 4 horas de desconexión. Ir a la peluquería es otra de mis tácticas de huída, además mi peluquera es mi amigui, ella no me habla de su vida, es una persona que respeta el silencio y no pierde el tiempo fingiendo que entiende algo que no le importa. Sabe también que no le voy a decir nada que valga la pena y le da pereza verme fingir. Entonces las dos callamos.
Sin emabrgo esta vez el ritual cambia, el tinte actúa con furia y las dos nos convertimos en mujeres al borde de un ataque de nervios. Mientras la pintura tiñe mi cabello la respiración me falla, pienso que el delantal me está ahorcando y me lo saco, no siento las manos, el corazón se me empieza a acelrar, ¿será que tuve una reacción alérgica? Esa idea me mata. Pienso en llamar a la ambulancia, me imagino llorando en el hospital con el pelo teñido, me veo luchando contra las enfermeras y manchando de rojo la camilla. Mi peluquera se asusta y me da caramelos. Me enjuaga el pelo y me pone un espejo delante, lo que veo es aterrador, mi pelo es fuxia, parece una broma de mal gusto. Estoy pálida, extraño mi imagen rubia, me extraño, lloro, estoy histérica, a ella le tiemblan las manos, me dice que la única forma es poner un tinte negro, ¡negro!, ni modo, prefiero cualquier cosa a ese color chicle. Mientras esperamos la reacción del segundo tinte fumamos un cigarrillo, ya no hay más silencio, le cuento desperadamente mi vida privada, como si fuera mi última oportunidad de hablar, ella me escucha y supongo que piensa que necesito un psiquitara. Es una resurrección patética, tengo que aprovechar al máximo ya que en pocos minutos dejaré de ser yo.
Me enjuaga, esta vez no es terrible, sólo diferente, me veo en el espejo y pienso que tengo que callar, ahora soy mi gemela mala.


Día dos:
“Se acabó todo lo que había, queda un cigarro mojado”
-Andrés Calamaro

Parece domingo pero hasta el lunes es sábado. Las paredes se caen y la sala sigue vacía. No tengo hambre pero sé que tengo que comer (porque sé que tengo que chupar). En la refri tres brócolis y media cebolla componen una imagen que invita al suicidio. Como sólo quiero proteger mi estómago para el alcohol que voy a ingerir, preparo los vegetales sin aceite, me los como sin ganas, están totalmente crudos y con los bordes quemados.
Such a perfect day”, extraño los veranos que nunca existieron…
Sólo queda un libro de César Vallejo en medio de los pedazos de brócoli crudo que mi estómago no pudo digerir. Fuck off.

Día tres:
(celebraciones invisibles)

Tengo que hacer algo, si sigo así me voy a morir del desgano, del despecho, de la tos. Salgo del trabajo con un único objetivo: conseguir un vestido blanco. No sé por qué lo quiero pero algo en el inconsciente me dice que eso es lo que va a salvarme, un puro y virginal vestido blanco.
También compro manteles y un collar rojo. Quiero seguir comprando, sé que hay algo que me espera y yo debo comprarlo. Imprimo el poster de Tinta Sangre. Antes de volver a la casa compro dos focos, después compro flores (rosas rosadas). Llego preparada, está todo listo para el Gran Evento (¡qué pena!) escucho los Rolling Stones y pinto la mesa, pinto una copa, pinto un vaso, pinto todo lo que está a mi alcance, como si así dejaría de sangrar, de llover (jajajaja).
Me drogo un poco con el aerosol, fumo un marlboro blanco (qué asco, sólo los…. fuman eso) saco y pego cosas, clavo en la pared que se sigue cayendo, cambio de lugar los muebles y nunca quedan bien (me recuerda a la casa de un tía en la que al rededor de 10 años pintaban las paredes, lacaban, ponían tablas triplex, pero la casa siempre estaba oscura y ellos siempre peleando).

Entonces llega la hora de las flores, me doy cuenta de que no tengo floreros (pero no tengo floreros en casa, es el tren que pasa) cojo una botella de guitg y meto las rosas a la fuerza, me lastimo un poco los dedos. Se ve fatal, es tan triste que me da un calambre en la espina dorsal, quiero vomitar, llorar a mares, es como ver un cadáver o los restos de pintalabios en el cigarrillo (una mala espina que no da para más). Llevo el arreglo a la sala, parecen las flores de un nicho que ya nadie visita, pienso que tal vez compré las flores para mi propio entierro (¡joder!), saco las rosas con despeseración ,los pétalos y las espinas quedan regados en las baldosas blancas. Es un crimen, me basta verlo para saber que es hora de retirarme

Día cinco:
(los síntomas persisten)

Escucho el aleteo nervioso de un animal volador atrapado en la cortina. Imagino una mariposa negra (horror) imagino un bicho corpulento con alas o escamas. El ruido me amenaza, tal vez sea un cuervo o un buitre.

jueves, 14 de julio de 2011

grito de oficina

Y de repente el cielo es demasiado para la palabra cielo, el concepto silla se ve reducido a un objeto inexplicable compuesto de patas y madera. Las líneas de mi mano son un garabato inconexo y mis ojos una especie de canicas que no se diferencian mucho a un pez. Existo, es la consecuencia de despertar a las tres de de la mañana cuando las palabras se han estrellado en las ventanas.

domingo, 10 de julio de 2011

Diálogos

(encontrado en mi diario del 2001)

-Es hermosísima, señorita, pero le repito que la mía es mejor
-Hay tantas verdades como fotografìas y ojos. Es absurdo querer relacionarlas, aunque tratándose de usted… Pero no, definitivamente no habría una mejor
-¿Qué opina acerca del río?
-¡El río! Ahhhh. El tiempo, la eternidad, lo voluble…
-Y, ¿lo nada?, ¿lo admira?, ¿lo atraviesa en un puente?, ¿cómo se sirve de él?
-Con mis distintas caras. Aveces soy un pez, otras un navegante, otras, agua…
-¿En calidad de ubicuo?
- En el mejor de los casos, cuando logro un equilibrio, pero como no sucede con frecuencia, me conformo con mi horario, relativamente estable
-¿Por qué no?
-Porque busco alcanzar lo desconocido
-No lo busque más. Ya lo ha encontrado
-Lo sé pero me engaño. Simulo una insaciable búsqueda sabiendo que llevo al pequeño espejo en mi bolsillo. Extraño juego
-Tal vez sea miedo, o pura estupidez..

martes, 5 de julio de 2011

Síndrome de Stendhal

Sobre La Extracción de la piedra de la Locura

El síndrome de Stendhal (también denominado Síndrome de Florencia) es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando éstas son particularmente bellas o están expuestas en grandes cantidades en un mismo lugar.

Fui víctima del síndrome de Stendhal cuando me enfrenté por primera vez a La extracción de la piedra de la locura, pintura del holandés El Bosco realizada entre el 1475 y 1480. El cuadro es una ventana a un mundo mágico. Cuatro individuos hacen una operación quirúrgica en el campo. Todo parece indicar que se trata de una Ceremonia. El primero lleva un embudo en la cabeza, y con una pequeña cuchilla, abre el cráneo de un hombre, pero en lugar de extraer una piedra, saca un flor. A su lado, un Obispo calvo levanta su mano mientras mira la escena como dando su aprobación, o incluso su bendición. Por último, un tercer personaje (que parece hermafrodita) mira aburrido la intervención mientras sostiene un libro grueso en su cabeza.

El sujeto que es sometido a la cirugía, mira directamente al espectador. Su mirada es un grito congelado, que invita desde el pasado, a descubrir algo.
¿Qué hacen estos personajes en el campo?, ¿qué tipo de ritual es?, ¿qué ocultan?, ¿por qué el operado mira al espectador?, ¿qué le quiere decir?. El Bosco tenía el secreto, y por medio de esta obra, nos dejó algunas pistas. Imaginé que se trataba de una especie de lobotomía alquímica que consistía en extraer la piedra de la locura con herramientas quirúrgicas. El Cirujano encontraba el punto sensible en el que el mal se había acumulado y se había endurecido como un tumor, entonces abría la piel y extraía la angustia, el miedo, el deseo. Una vez afuera, el tumor ya no era un mal, sino la materialización del misterio, un objeto palpable que contenía al Universo dentro de sí. Este ritual era prohibido, por eso debía realizarse en las afueras de la ciudad. El embudo que tiene El Maestro en la cabeza es una antena que sirve para conectarse con otro Tiempo, con otras Galaxias. Los hombres de la Edad Media descubrieron la forma de llegar al gran misterio, y por medio de esta ceremonia extraían la piedra filosofal, que no se encontraba afuera, como creían todos, sino adentro, era la materia que los seres humanos llevamos dentro y que contiene el secreto de todas las cosas.

Decidí investigar el origen pero no encontré lo que quería ver. Según los estudios, El Maestro no es sino un farsante, y la locura no es un misterio sino pura estupidez. Los doctores de la época conocían remedios para la tos, para el dolor, pero no para la demencia. La locura era algo absurdo comparado a la simpleza. Entonces a los impostores se les ocurrió hacer negocio con el padecimiento de la gente. Iban a los hospitales cazando locos, les ofrecían extirpar su mal con herramientas quirúrgicas. Según ellos, la locura era una especie de cálculo duro que estaba ubicada en la parte superior de la sien. El impostor acostaba a la víctima en una camilla, sacaba sus herramientas, y procedía a abrir la piel hasta lastimarla. Cuando salían las primeras gotas de sangre, disimuladamente sacaba una piedra del bolsillo y se la entregaba al paciente, fingiendo que se trataba de la materialización de su enfermedad.

“Maestro, extráigame la piedra, mi nombre es Lubber Das”, es el título que pone con letra cursiva al final del cuadro y que tiene la apariencia de enigma. Sin embargo, según las lecturas, estas palabras no esconden mayor misterio, pues Lubber Das era un personaje satírico de la literatura holandesa que representaba la estupidez. Así, El Bosco haría una crítica a la inocencia de las personas que creían en la farsa, y no una alusión al misterio de la locura.

La Locura (ese monstruo) resultó ser un inocente e indefenso tulipán. No una piedra (algo oscuro, pesado, indefinido) sino una liviana flor que se burla de la profundidad de la palabra Locura reduciéndola a la palabra Estupidez. Así, el cuadro es una broma a La Locura misma. Sin embargo, esta farsa, podría ser la puerta a lo desconocido.

¿Será que la necedad es el eje de la locura?. La Necedad como origen del Delirio, la ceguera atrevida de los mortales que le dan la espalda al Universo y a sus supuestas leyes para creer en algo que saben incierto, en un capricho. El Loco como una especie de burro en aguacero que se niega a avanzar con lo que fluye, que va como el salmón, sordo, a ninguna parte. Este Loco no está conectado con algo más allá, sino desconectado, no es incomprendido sino caprichoso. Esta locura no abre puertas, las cierra. Paradójicamente, es esta necedad la que permite construir un mundo invisible. Esta rebelión contra la Naturaleza es Destrudo, la fuerza destructiva y seductora que llevamos dentro, El Demonio de la perversidad de Poe, el deseo diabólico de caer, de ir contracorriente. Así, caer sería la única posibilidad de Delirio, para ver más allá habría que empezar por cerrar los ojos.

Entonces cierro los ojos. Me dejo absorber por el síndrome de Stendhal y caigo en los trazos mágicos de El Bosco. Me someto a la operación alquimista.

Cuando despierto estoy curada, abro la mano y acepto la flor que me entrega el farsante. Aunque siento los pétalos del tulipán rozar mis dedos, veo una piedra preciosa, un diamante.

martes, 28 de junio de 2011

¡Matemos a Sócrates!

Después de congelarme en el mundo real, no me queda otra que buscar calor en el Infierno.
El Demonio de la Perversidad me da la mano y salto con él al abismo. Ahí me encuentro con mis semejantes. El club de los que sobran. Mientras unos se juntan por atracción, nosotros lo hacemos por repulsión, la venganza es lo que nos une. Buscamos la última sensación pero nada nos basta. Its never enough. Hemos perdido y queremos extender la penumbra hasta el infinito, perdernos en la nada contemplando amaneceres al revés.
Tánatos me mira a los ojos a través de sus pupilas dilatadas, “siempre nos queda la noche”, me dice al oído. Entonces doy ese paso en falso y atravieso el espejo. Ahora soy invisible, ningún reloj podrá tocarme.
"¡Bienvenida al horfanato de reflejos!", me dice riendo, entonces sé que no hay más lucha: hemos renunciado al color, le damos la espalda al Día y declaramos la guerra al Tiempo. Es una huelga contra Dios, una rebelión contra el Destino.
Mientras ellos levantan un templo a las Sombras, yo beso a Tom Baxter. Afuera Gil Shepherd se puede ir a Jhonsosn s Island en primera clase. Nosotros nos quedamos en las cavernas platónicas, donde huir es la única ley. No necesitamos de la Verdad ni de la Luz. Preferimos flotar en un barco translúcido que recorre la vacuidad sin dejar huella. Nada puede interrumpir su viaje. No hay icebergs de realidad que atenten contra una mentira tan jonky.
¡Que nadie se atreva a prender la luz!; el que lo haga, será asesinado…

lunes, 6 de junio de 2011

diva-gaciones existenciales para bipolares

Signos, mi parte insegura

Me gusta  pensar que alguien  me espía, que sigue mis pasos y no está ciego (como yo).  Este  testigo silente me manda Señales Divinas. La canción que suena en la radio del taxi, la frase que leo en la revista de la sala de espera, el dibujo de la envoltura de un caramelo. Todo es una señal. El universo está lleno de signos que intentan decirme algo que un día voy a descifrar. Sonrío en complicidad con el Cosmos, sé que cuando toque fondo me voy a encontrar cara a cara con el Gran Ojo, entonces  el rompecabezas se armará y todo será comprensible y justo. Las pequeñas señales se revelarán y ya no habrá dolor. Pero hasta que esta fecha llegue, habrá que esperar, encontrar las costuras del fabuloso destino que algún día me será develado.




El Desierto de lo Real
"Para aburrirme prefiero sufrir"
-Charly García 
Nadie me espía. No existe el Gran Ojo. El significado es el significante. Lo de las señales, más que una cuestión mística, es una cuestión mental que podría ser el inicio de un rito obsesivo-compulsivo.  Lo sé porque después de quedarme indefensa ante el desorden de  las piezas inconexas que  creía parte de un rompecabezas, llego a la clásica pregunta que desconcierta a los creyentes ¿Y si no fuera así?, si después de la superficie, ¿hay más superficie?. Vértigo. Preferimos cumplir un Destino Fatal a no cumplir ningún Destino. Preferimos la tragedia a la nada. “Que el cielo exista, aunque nuestro lugar sea el infierno”, decía Borges. Preferimos dejar que un buitre nos coma eternamente el hígado, que desaparecer para siempre.El azar es el verdadero infierno. Nos aterra pensar que después de la muerte no habrá ángeles ni águilas de fuego, sólo el triste y descarado Desierto de lo Real.
 

 Del eterno divagar del Zombie
“Apocalipsis 20:14 Y la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda: el lago de fuego”
Si hay algo seguro es esto: no queremos palmar. Nos aferramos al mundo como chinches. Aunque seamos infelices queremos seguir consumiendo oxígeno.  Los mortales luchan contra la naturaleza,  se ponen botox y permanecen en la tierra como zombies, dando tumbos con el cuerpo operado. Insisten en seguir existiendo a como de lugar, se aferran a la vida como un borracho cargoso que no se quiere ir de una fiesta a la que no fue invitado ( y no hablo de los viejos ni  de los enfermos, sino de los zombies espirituales, esos que no nacieron para la vida y sin embargo se aferran a ella). Entonces la condena no es la muerte, sino la eternidad. El Apocalipsis muestra la imagen desgarradora de un hombre que se suicida y no se muere, no tiene escapatoria, está destinado a  una putrefacción sin fin. Por eso las sombras no existen solas y la muerte es la única posibilidad de huella. 





Suicidios imposibles 
La posibilidad del suicidio siempre es un alivio. Dejar de penar en vida y salir con decencia, como crisantemos lavados. Pero como todo el mundo sabe, suicidarse es políticamente incorrecto, es como irse a la francesa de una reunión social. Sin embargo, no es esto lo que detiene a los candidatos al suicidio  (pues el que está harto simplemente se va). En el fondo lo que busca un suicida no es la muerte en sí, el suicida es un voyeur, quiere presenciar su propia muerte, ser víctima y victimario a la vez.  Habitar el mundo sin él y aún así mirarlo. Convertirse en el Gran Ojo y espiarse. Por eso mismo no se suicida, porque  presiente que en el Desierto de lo Real no habrá ventanas a la Tierra.
Lo que me queda
Sentar a la Belleza en las rodillas.
Y no encontrarla amarga. Y no injuriarla. 
Romper el cascarón . Deshacer verdades en el Fuego. Abrazar sombras de nada , ver estrellas fugaces en amaneceres que aún no existen. Despartar con murciélagos en el estómago. Amar el fantasma que crece like a  great gigant in the sky y se alimenta con lo que yo no tengo y con lo que tú no puedes dar...


  
  

martes, 31 de mayo de 2011

La máquina del tiempo

"¡Ay, como quisiera morir y después cenar!"
-Anónimo

 
Me quiero ir para siempre. Escoger a dedo un lugar en el mundo y salir en el primer vuelo. Tal vez en Miami me sienta más ligera, y ni qué decir de las Bahamas...Ver el mar a través de unas gafas rosa, ese es mi único deseo. Mentira. No quiero nada de eso. Quiero encontrar la máquina del tiempo y atravesar la HistEria de la Humanidad. Ver a los primeros hombres pintar esas mágicas figuras . Ser una sombra en La Caverna de Platón y descubrir el sol. Atravesar La Edad Media y encontrar la Piedra de la Locura , llegar a los años sesenta y  flipar. Ver las nubes disolverse en el cielo ochentero. Verme nacer y acompañarme en la vida como un ángel perverso. Llegar a este mismo punto,  entrar a este lugar,  encontrarme  escribiendo esto, contemplarme un rato  y después asesinarme despiadadamente. Cortarme en pedazos, ver la sangre correr,  verme morir,  y seguir viva...

sábado, 28 de mayo de 2011

Pero las sombras también son sexys...

Y el miedo es un agujero negro que conduce  a un lunes indiscretamente eterno.
 ¡No más mentiras llenas de estrellas!...
Ni falsos suicidios rosa en chuchaquis morales de Dios...

El cuarto espejo

Yo soy la otra. La que hace "click" al otro lado del espejo y la que se congela.Y después: la que se que quedó atrapada para siempre en el papel y la que en este instante, escribe esto.
De todas formas es una perversión, como dice Haneke, es una pereversión querer captar, querer guardar, querer desesperadamente poseer un insondable ser humano, ser inhumano. Querer parar el tiempo.
Por eso la imagen es triste, porque es el registro de lo que no está, la prueba de la ausencia, la constatación de la muerte.


La huella es el registro de lo que nunca existió, y aunque no importa, duele como el horizonte del mar resplandeciendo en milnovecientosnoventaycuatro



Patética confesión de domingo

La luz de los focos ahorradores es realmente deprimente (sobretodo en domingo).
Los fantasmas del chuchaqui conspiran. No hay a dónde escapar y tampoco hay internet. Auch. Quito se vuelve una pesadilla lenta.
A los siete años me fui un tren.  Parece que no fuera yo y que me despido, y quiero llorar, llorar porque ya no soy yo, porque me fui en ese tren y nunca volví, porque no he dejado de ahogarme desde que tengo siete años, ahogarme en una piscina azul que a veces se vuelve verde, que a veces se vuelve un lago verde profundo, aterrador.

PD: Yo trato de dejarme y amarme y despedirme y darme la bienvenida. Trato de ser otra pero es imposible (mi sombra me persigue) 

Ventana al fin del mundo. (Notas de Arsenio Sevilla)


Los últimos diez años Sevilla ha tenido contacto con una secta que recibe mensajes paranormales, la última vez que los vio no encontró buenas nuevas: el planeta está llegando a su fase final. El futuro inmediato no traerá nada bueno: terremotos, tsunamies, malos aires, depresión, ansiedad, enfermedad, muerte repentina, hambre, destierro, soledad. La humanidad se ha convertido en su propia plaga y se come a sí misma, el desierto corrompe el verde prado y poco a poco nos devela la verdad: nada existe.
Naturalmente, dice Arsenio, nuestra ciudad es la única que no ha sido sometida a este acabose.
Cuando los ángeles hayan tocado las siete trompetas esta ciudad no se habrá inmutado.Héroes manabitas bailarán rock n roll en las tarimas mientras el Apocalipsis tendrá lugar en otros mundos. Pero nadie hablará de ellos y en los libros nunca aparecerá su nombre. Serán invisibles.

Terapia Zen

Me dice que cierre los ojos y ubique “esa molestia” en alguna parte del cuerpo. “¿Dónde está?”, “¿Cómo es?”, me pregunta. Yo respiro. Veo luces. Creo que es café y se parece a un turrón, a un riñón enredado, podrido. Pero no pienso decirle porque me parece muy descabellado. Me parece vulgar. “¿Dónde está?”, insiste. “entre las costillas”, le digo, pero en realidad está en la cara.
“Ahora respira, sácala exhalando”. (Si claro, como si un buen día uno pudiera vomitar la piedra de la locura)
Pienso en las cuentas. En el tráfico. En un botón que se le salió a una blusa de mi tía.
“Siéntete como una flor”, me dice. Pero en mi banco de imágenes no hay rosas ni margaritas. Hago un esfuerzo sobrehumano y diviso un cactus marchito.
“una flor”, dice…
“abre tus alas, eres un pájaro”. Pero mi dulce baúl de recuerdos no encuentra picaflores, con las justas se aproxima a ver un buitre negro que se posa en el desierto. También veo un cuervo hurgando en la basura, y claro, todos esos pájaros muertos que cayeron del cielo el primer día del año.
“siéntete como un pájaro”, con las justas me siento como una rata
.

Algo así como...

“Y sobretodo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto”
-Alejandra Pizarnik


1
Cada atardecer es una crucifixión.
Cepillos de dientes destruidos. Paredes rayadas con lápiz. Nubes pesadas sobre Iglesias abandonadas.
Y ellos, como si nada. Inmunes a la luz amarilla del foco…
Ya no tengo seis años, pero este martes de carnaval se traga la luz.

2
La adolescente alcoholizada envenena a sus amantes con besos que desparecen como pompas de jabón. (Burbujas rosa salidas de una fiesta de quince)


3
El Silencio es un asesino en serie. Los espejos  encandilan y nos hacen llorar.
 La muerte ya no es tan evidente y se ha escondido  en las lentejuelas y en los diamantes de plástico, cada vez que se desmaquilla, el pintalabios se le corre y queda absurda. La pena es infinita ( creo que me estoy dando vueltas para no decir lo que en verdad tengo que decir, o tal vez no quiero decir nada, o tal vez no tengo nada que decir)


4
  Sólo quiero comerme el verano, correr por el verde prado que no es verde. Sentir la brisa en la cara y respirar en un cuadro de Renoir, cantar al borde del mar, encandilándome con los destellos del agua azul.


5
Fingir que no existe el pasado, que no existe la sombra. Fingir que finjo y  al fin sonreír. Ignorar la lluvia. Ignorar el asma. Ignorar “tus palabras inocentes que no me traen más que dolor”. Celebrar tu instinto asesino, creer en tu locura y  abrir el gas…
Y viajar juntos al cielo, sin majadería…

6
 Debatir sobre la naturaleza del deseo mientras afuera hay guerras civiles.  “Bailar show with you tonight” mientras afuera hay tsunamis, terremotos, invasiones extraterrestres.


7
Las mariposas salen del el esófago y se estrellan en las ventanas. Quiero querer. Deseo desear. “Recuerda a Diógenes”, decía ese cobarde… Pero Diógenes no creía en la chispa, seguramente Diógenes era un blindado, la vida pasando por su cara y el miserable atravesado por un “Severo Blindaje”, ignorando la belleza de esta maldita primavera…